1

El balcón de mi casa es sagrado para mí.  Todas las tardes me siento a reflexionar.  Mientras reflexiono, te voy a ir explicando cómo soy y a dónde voy…

Soy un viejo con muchos recuerdos buenos y no muy buenos.  En toda esta vida tan maravillosa que Dios me ha regalado, pude encontrar cosas sorprendentes y hasta un amigo.  Amigo que hoy está descansando en paz, sin que nadie lo moleste.  ¡Oh, ese día ya se puede ver con claridad!  A veces lo trato de coger, pero se me escapa y me dice:

—¡No es cuando tú quieras!  ¡Sé que estás cansado de vivir, pero todavía no! Hay una historia que contar.

Entonces, me digo:

—Eso te pasa Tom, por apresurado.

Con el mismo amor y deseo que me sostuvo de pie, tomo asiento de nuevo y me quedo esperando que vengan por mí.  Queridísimo lector, aquí te presento a John, mi buen amigo.

Un día, John vino a mi casa con un grupo de niños que yo nunca había conocido.  Con mucha cortesía, les digo:

—Con el permiso.

Le cogí la mano a John y lo saqué aparte.