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—Eres tú. Ja, ja, ja.  Vaya que maravilla.  Ya decía yo que este restaurante me entregaría en mis manos a ese demonio.

Steven Tom vestía un elegante traje negro, o mejor dicho, estaba completo de negro como si fuera a firmar un contrato con la muerte.  Estaba justo al lado de su destino, pero era obvio, no tenía ni idea quién se encontraba a varias mesas observándolo con ojos de buitre.  CJ miraba cuidadosamente cómo ambos jugueteaban con sus manos como si fueran niños experimentando las mariposas que cosquillean su estómago.

De repente hubo un pequeño roce de mirada entre CJ y Steven Tom.  Luego otra más fuerte que hizo derramar una copa que había acabado de consumir en sus manos Steven Tom.  Cuando Steven trató de volver a fijar sus ojos en CJ, ya él no estaba.  Desde ese día comenzó la investigación para la familia Tom.

La familia Tom recibió una visita inesperada.  La puerta retumbó de una manera que a cualquiera se le paralizaría el corazón.  La mujer se encontraba sola.  Se quedó aterrada por varios segundos.  En seguida fue y miró y vio una capucha negra.  Pudo experimentar un escalofrío que corrió todo su cuerpo.  Volvió y miró y le preguntó qué se le ofrecía.  CJ no contestó de inmediato.  Sólo se tomó su tiempo y dijo con su voz gruesa:

—Soy tu destino.

La joven inmediatamente corrió y llamó a la policía.  Pero cuando llegaron, no hallaron ni tan siquiera una huella