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que relataba la trágica situación que estaba viviendo ella en ese momento tan devastador.

—Te estoy diciendo la verdad Damián—decía la pobre temblando.

—Por favor, no me hables de verdad que las personas como tú no conocen esa palabra—le aclaró prendiendo un cigarrillo.

—Damián, te lo juro.  Hagamos un trato.  Me sueltas y puedo hacer que tu libro brille en el mundo entero.

—Si tan sólo hubieras tenido la dignidad de responderme los mensajes hoy no estuvieras sentada en esa silla—le declaró ignorando su propuesta.

—Damián entiende.  Las cosas no son como las estás pintando en tu mente...  Cuando tú públicas con una casa editora tu vida deja de existir porque tienes que ser responsable con el trabajo que ellos exigen.  Ahora ponte a pensar por un momento.  ¿Crees que tengo el tiempo de sentarme y contestarte?... Damián, tengo familia.  Por favor, llego a mi casa cansada para ponerme a trabajar con ellos, no para contestarle a mis fanes.  De eso se encarga mi equipo de trabajo.

—No perra, estás mal—pausó para tirarle el humo en la cara—.  No te justifiques porque gracias a tus fanes estás donde estás.  ¿Me entiendes chula?

—Exacto…—sonrió la rubia de cara perfilada de ojos verdes y de cuerpo delgado—. Y tú puedes estar en el puesto que estoy si me sueltas.

—Ja, ja, ja.  ¿Te acuerdas de Yaneira?  Ella también me quiso poner el mundo a mis pies con su fortuna y también la