3

—¿Qué es eso?

Yo, sin saber qué era esa palabra, se la dije.  Me había venido en el momento, mientras John y su hermano me miraban asombrados y se decían entre ellos:

—¡El paraíso!

El otro hermano mayor no había dicho ni una sola palabra durante todo el camino.  Estaba absolutamente callado hasta que escuchó esa palabra.  Con mucha timidez, me pregunta:

—¿Falta mucho?

Yo estaba azorado porque sabía que era una mentira.  A mis padres no les agradaban las mentiras.  Si decía una, me iba bien mal.  Me castigaban todo un mes entero.  Le dije:

—Eh, sí.  Ya estamos bien cerquita.

Sentándome, John viene y me pregunta:

—¿En verdad hay un paraíso?  ¿Será una de las historias que cuenta mi abuelo?

—Gracias por tener un abuelo tan inteligente.  Pues claro que sí tonto.  ¿Qué cuenta tu abuelo?

En esos momentos, se escuchó a lo lejos un rugir de un monstruo.  John, abriendo los ojos bien grandes, dice:

—¡Son verdad las historias de este bosque!