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el hombre que lo había apostado todo por él a cambio de un trabajito en la prisión.

Su amigo, al poco tiempo, vio resultado y se puso muy contento.  Un día muy tarde en la noche decidió visitar a Nemesio en su propia celda. Su amigo lo felicitó por el trabajo bien hecho y de paso le mostró las cartas sobre la mesa de cómo iban a correr las cosas para él desde ese día en adelante.  Nemesio, a la semana, recibió su primer paquete de coca a través de un guardia.  El guardia se encargó de pasarlo a una celda amplia y cómoda. Luego empezó a recibir visitas conyugales.  Y muchas cosas más...

—Qué gusto saber que estás libre.  ¿Porque no me avisaste?  Sabes que hubiese enviado a recogerte.

—No te preocupes.  Si a nadie le avisé —expresó sentándose en un cómodo mueble de cuero—. No quiero quitarte mucho tiempo, voy a hacer una movida y quiero que esté al tanto.  Voy a mandar al infierno a Pascual.

—¿Todavía sigues atormentado por tu hermano?  Hombre si es así, te doy un pequeño consejo, deja que la vida pase factura— le propuso luego de encender un tabaco—.  Además, dinero no te hace falta.

—Tú sabes que no es por el dinero, es algo más personal—le recordó mientras estiraba su brazo para recoger el lighter que venía de la mano de su amigo.

—Ok entiendo, pero sabes que yo puedo encargarme de ese asunto.